Llegué donde la calor deja lo vivo para más tarde. Sin ropa ni ideas me introduje en la noche de sol y todo a mí alrededor se evaporaba. Mi angustia era un dolor, el oxígeno era arena.
Y el dolor creó en mi cabeza un hijo en forma de araña y las primeras palabras que pronunció fueron:
- Tu yo, soy yo.
Y me hizo esta pregunta:
- ¿Para qué sufres?
Yo le respondí con estas palabras:
- Sufro porque no estoy al lado de mi padre. A través de mi dolor he de llegar a su amor.
- ¿Quieres respirar?
- El alma no necesita respirar.
- ¿Y ese fuego, no te quema?
- Para elevarme hace falta arder.
- ¿Cuánto tiempo más aguantarás?
- El tiempo es movimiento en tu cabeza pero no es real.
- ¿Y tu cuerpo?
- Mi cuerpo es una flor a la que mi amor da vida.
Y la araña, tejiendo su tela para ver si atrapaba a mi mente, continuaba intentando enredarme con más preguntas.
- ¿Crees que tu padre te utiliza?
- Si yo muevo una mano él también.
- ¿Por qué se fueron tus hermanos?
- Ellos querían ser como mi padre.
- ¿Por qué?
- Querían crear todo lo que mi padre creó.
- ¿Llevaban razón?
- No, porque ellos son mi padre y todo lo crearon ellos.
La araña se desplazó al cerebro izquierdo y las preguntas eran como cuchillas de hielo.
- ¿No te gustaría tener una mujer?
- No, mi madre me dio la vida y mi padre me la regaló.
Mi cabeza era un agujero a través del cual los gusanos se guiaban en la noche. Y más preguntas me lanzaba la araña.
- ¿Quieres que te quieran?
- Yo soy amor.
- Si tú eres amor, ¿por qué no haces que tus hermanos vuelvan con tu padre?
- La propia voluntad para elegir es la ley del amor.
- ¿Tú eres el elegido?
- Sólo soy un caminante.
- ¿Quieres riqueza?
- No, lo tengo todo.
Y la araña se convirtió en un sonido de flauta y su música sonaba a esperanza y la fe llegó al desierto y las aguas cayeron de los cielos para que la vida fuese completa.
A lo lejos se ve a mis hermanos. La luz que desprenden es pobre, pero soy feliz.
lunes, 6 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario