lunes, 6 de agosto de 2007

16- EL CAMINO A LA ESCALADA

EL TERCER CAMINO





Entrando en la escalera salió el portero, que era mi hermano Lucas. Él quiso quedarse de maestro de llaves en su camino.

- ¡Hola hermano Jesús! Si quieres subir tendrás que responderme a una pregunta, como todos tus hermanos, y si la respuesta es luz, te daré la llave para que puedas subir. Esta es la pregunta: ¿Qué has hecho en la vida, Jesús?

- Vivir siendo amor.

- La respuesta es verdad; toma la llave. Mi padre te regala un guía. Elige uno de esto dos guías de luz, el hermano Esteban o el hermano Valentín.

- ¡Qué alegría ver a mis dos hermanos! ¡Y una satisfacción ver que se han convertido en maestros guías! Lucas, los dos guías son buenos pero como hay que elegir un camino elijo a mi hermano Valentín.

- Pues Jesús, ese será tu camino. Mientras subas por la escalera irás con mi hermano Valentín y será el que te ayude.

- ¡Gracias Lucas y hasta pronto! Nos vemos en casa. Y a ti, hermano Esteban. Tu dolor me ayudó pero ahora no lo necesito. Esto no es una despedida, nos encontraremos en la Casa de Amor. Hasta luego.

Una vez que me despedí de mis hermanos, empecé a subir y con valentía iba subiendo la Montaña. Reuní a todos los que pasaron la prueba de Lucas y les dije:

- Ataros todos a esta cuerda, que está hecha de felicidad.

Ya, enganchados al carro de la felicidad, tiré de ellos. Subiendo por la escalera se hizo la noche y le dije a mis hermanos:

- ¡Juntad todas las espadas de fuego en una!

La luz del día de la solidaridad alumbró el camino. Pero uno de mis hermanos tropezó con un pensamiento y tiró de todos nosotros. Yo me agarré con fuerza a mi hermano Valentín y su voluntad tiró de todos. Para no volver a caer en el mismo error les aconsejé:

- Es necesario estar en paz con la propia mente. La meditación es fundamental para estar en equilibrio con uno mismo y conectado con el padre.

La escalera ahora es más empinada, las manos se resbalan, el sudor es mayor por el esfuerzo mientras la mente no quiere liberarse, manteniéndose atrapada por un agregado psicológico. Otra vez aparece mi hermano Valentín y borra de la mente esos parásitos para poder continuar el despegue.

Algunos de mis hermanos están cansados y quieren dormir pero no podemos parar, debemos continuar. Uno de mis hermanos se duerme y desaparece. Yo mantengo abiertos mis ojos y sostengo a los de mis hermanos.

Cuando subimos el último escalón, Valentín se despide de nosotros.

- Siempre estaré en la vida como empuje para la victoria del amor. Hasta luego Jesús.

- ¡Que la voluntad te acompañe, querido hermano!

Una vez en lo alto de la escalera llegamos a un gimnasio donde hay montones de libros que los abres y te hablan. Allí también hay un gran libro titulado Tu vida.

Dejamos atrás el gimnasio y nos dirigimos a la entrada de la Montaña Sagrada. El día parece más limpio y su luz se respira. Llegamos a la cancela de mi casa. Está vigilada por una paloma de cristal con una luz turquesa en su interior. Nos arrodillamos para hablar con la paloma.

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