lunes, 6 de agosto de 2007

6- LA BAJADA DEL PESO

EL PRIMER CAMINO




Antes de emprender mi viaje por la vida que parece real, me despedí de mi amor y con lágrimas en las manos compartí la aventura de salir de casa. El padre me dio un abrazo de comprensión y me dijo:

- Serás una paloma que vuela fuera de su casa para más tarde volver.

Cogí la maleta y volé a mi destino. La puerta estaba delante de mis alas.

- ¡Hasta luego, suelo de mis pies, amor de mi tiempo, risa de mi soledad!

Y crucé la puerta y sentí cómo una cárcel de materia rodeaba mi luz. Había algo que me agarraba al suelo, era como un ancla, aunque el barco seguía siendo mi padre. El corazón era un tambor que tocaba un ritmo pesado. El sonido era seguido y pronunciado y dejé de ser niño.

Ahora mi cuerpo es grande y tengo la cabeza llena de jeroglíficos. La sangre es un líquido de pasión; pero todo es muy frágil. El viento me sirve de enlace con la altura y los pulmones se me llenan de esencia espiritual. El agua es alimento de mi vida y las plantas y animales se sacrifican para que yo coma.

Tengo que andar si quiero algo. Cada movimiento de mi ser es un impulso de trabajo. Una sensación de vacío me invade y cuanto más bajo más lejos me encuentro del amor. La habitación de esta vida está oscura y busco una salida. ¿Dónde está el camino?

Me siento cansado y sé que tengo que continuar, pero algo extraño está ocurriendo: Los ojos y el día se colorean de negro. Despierto a un nuevo día. Me encuentro a mi padre y me dice estas palabras:

- No olvides que tu luz es la mía y ninguna oscuridad puede apagar el amor.

Levantado de mi sueño y con las palabras de mi camino tropiezo con una pregunta: ¿Quién soy yo? Y me respondo con esta frase: Yo no soy cuerpo, sólo soy.

Bajando más en las profundidades de lo psicológico, en lo que no tiene nombre en mí, me encontré a un lobo transparente que me preguntó:

- ¿Eres tú un rey?

Yo le contesté:

- El rey es el que gobierna. Yo sólo soy la corona.

El lobo, que no entendía nada, siguió preguntando:

- ¿Tú eres el mejor de tus hermanos?

Yo respondí:

- Sí, porque mis hermanos soy yo.

- ¿Crees que tu padre echó a tus hermanos fuera de tu vida?

- No, la libertad les abrió la puerta.

Y el lobo, que estaba con su mejor traje, me hizo esta pregunta:

- ¿Eres igual que yo?

- No, porque tú no existes.

- ¿Y quién es el que te hace esta pregunta? -rugió el lobo enfurecido.

- Pues mi camino y los caminos no tienen vida. Los caminos son para andar, no para vivir.

El lobo cogió su libro leído y se fue y yo continué mi camino de la mano de mi padre. Me llevó donde todo falta, al desierto.

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