lunes, 6 de agosto de 2007

14- LA BESTIA

EL TRIUNFO DEL AMOR





La niebla está en todas partes. El pantano nos vigila. Ya no son ojos los que nos miran sino que una presencia acecha en la niebla del subconsciente. Algo terrible está a punto de ocurrir a la sombra de la oscuridad. Una forma negra y grande como un submarino se aproxima a nosotros...

- ¡Dios mío! ¡Es un cocodrilo con unos dientes que envenenan las almas de miedo!

Su enorme cola arrastra los miles de cuerpos que ha ido tragando durante los tiempos. Mis hermanos están paralizados por el terror. El cocodrilo quiere comerse la luz que hay en todos nosotros. Un grito escalofriante clamó para que nos diéramos la vuelta, ya que si no lo hacíamos nuestros cuerpos servirían de leña para su fuego. Pero supe que podía detenerlo y así se lo ordené:

- ¡Yo, Jesús, hijo de mi padre, te ordeno que te retires y nos dejes pasar!

Y el cocodrilo me contestó con su voz ronca:

- ¿Quién dices que eres?

- Soy la luz y la lámpara.

- Si quieres pasar tendrás que enfrentarte a mí. Yo soy el Rey de los Grises. Esta es mi casa, llamada Pantano de Hiroyima, donde no entra la luz y las sombras son mis aliadas. Yo soy el que provoca las guerras entre tus hermanos, porque ese dolor es mi alimento.

- De acuerdo, pero si es mía la victoria tendrás que ser un servidor para que mis hermanos lleguen a mi padre.

- Vale.

- Cocodrilo, ¿cuál es tu nombre?
- Mi nombre es Ángel Negro. En este instante daré paso a la batalla diaria de la mente. Jesús ¿por qué tú siempre estás al lado de tu padre? ¿No será que quieres protagonismo?

- Mi nombre es un verbo de mi padre.

- ¿Te duele el cuerpo que te ha regalado tu padre?

- Un vehículo no es para sufrir sino para llevar a un pasajero a su casa y el pasajero lo cuida con mucho amor hasta que llega a su destino.

- ¿Por qué te has sacrificado por tus hermanos?

- El dolor de mis hermanos es mío. Ellos no saben que esto es una escuela y el castigo se lo infringen ellos. Yo sólo pongo la mano para recibir el amor que en mis hermanos existe, aunque ellos no lo saben.

- ¿Serías capaz de morir por la luz de los hijos de tu padre?

- Esa muerte que tú dices es una mentira. Mi cuerpo es un fantasma, es mi espíritu el que te habla.

- ¿Por qué tu padre permite que haya hambre, guerra, enfermedades, drogas, pobreza...? ¿Por qué permite esas diferencias entre iguales?

- Mi padre deja libertad a cada persona para que pueda crear su mundo. Ellos eligen el dolor antes que el amor, porque no creen en sus posibilidades.

- ¿Tú te amas a ti, Jesús?

- El amor no necesita nada.

- Jesús, dices que el amor no necesita nada, ¿y por qué tu padre necesita a tus hermanos?

- Cuando tú entras en una cueva en donde no hay luz buscas la salida y la luz hace de señal. Quien busca la salida siempre está guiado por la luz, que es mi padre.

- ¿Para qué caminar?

- ¡Pues muy fácil! ¡Para llegar a casa! Por eso el camino es otro fantasma como el cuerpo, es sólo un vehículo. Cuando ves la luz al fondo de la cueva andas rápido con la cabeza levantada y no ves con detalle lo que hay en el suelo.

- ¿Y qué es lo que hay en tu casa?

- Luz de amor, donde todas las almas son bienvenidas.

Y, por fin, el Ángel Negro, agotado, y postrándose en tierra se maravilló ante la luz del padre:

- Me arrodillo ante tu padre. Desde este momento soy un siervo al servicio del amor.

El bosque desapareció y el mundo mental se fue. Entonces todos pudimos ver en la altura a la Montaña Sagrada, donde está nuestra casa. Los pocos hermanos que me siguieron empezamos el último tramo del camino, la subida a la Cumbre del Amor.

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