lunes, 6 de agosto de 2007

17- LA REJA DE MI CASA

ASCENSO A LA MONTAÑA SAGRADA





La paloma se pone en el centro de la cancela y pregunta:

- ¿Quiénes sois vosotros?

- Paloma, venimos de muy lejos para que nos abras esta puerta. Somos luz.

- Tú eres Jesús, el anunciador de la Era de Acuario ¿Verdad?

- Sí, estoy hecho de tu luz.

- Si quieres entrar tendrás que liberarme de mi cuerpo de cristal.

Cogí la paloma y la estrellé contra mi cuerpo. El cristal se fragmentó en miles de hadas y el espíritu se introdujo en mí y me guió:

- Cuando pases la reja te encontrarás con tres guardianes. Son los Guardas de la Pirámide. Te pondrán pruebas que tendrás que superar para llegar a tu casa.

El primer guarda es la muerte. Ahí tendrás que responder a las siete preguntas de luz.

El segundo guarda es el espíritu. Tendrás que enseñarle las credenciales y volver a entrar a tu cuerpo.

El tercer guarda es la resurrección. Tendrás que penetrar en el hiperespacio. Si pasas esta prueba te encontrarás con tu niñez y una vez siendo niño te reencontrarás con tu padre.

La paloma se convirtió en una supernova y entró en todos nosotros. La fuerza, la sensibilidad y la inteligencia ya viven en nuestros corazones para siempre.

La puerta se abrió y una brisa de incienso rosa salió de la casa. Hay un laberinto hecho de ficus.

- Este camino lo tenemos que hacer solos, en absoluta soledad.

Me despedí de mis hermanos y les dije:

- Tengo mucha fe en vosotros y sé que nos veremos en nuestra casa. Algún día yo iré a por los rezagados y los cogeré de la mano como corresponde a un hermano mayor que busca a su hermano pequeño que se ha perdido en un centro comercial fascinado por sus luces de neón y sus tiendas, para más tarde encontrarlo en unos recreativos. Entonces le regaña y le coge de la mano con fuerza y le da un beso y con amor lo lleva de vuelta a la casa.

Empecé el camino sin sombra. Estoy dando vueltas por el laberinto de soledad y no encuentro la primera puerta, pero la fuerza me dice que continúe. Hay una fuente en medio del laberinto. Tengo sed, pero la inteligencia me dice que no beba de la Fuente del Ego. Veo mis pasos en el suelo. Son una señal. Por donde haya pasado no volveré a pasar.

Encuentro un rosal. Sus flores son de ensueño y mi ropa se engancha con las espinas del egoísmo, pero la sensibilidad me hace flotar y con ternura beso la rosa.

Sigo caminando y por fin encuentro la primera de las puertas. Toco y no sale nadie. Llevo ya tres horas tocando a la puerta, parece que se está abriendo. Un sonido extraño se escucha detrás de la puerta. Parece que hay muchos bebés riendo.

Se abre la puerta y aparece un...

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